lunes, 13 de junio de 2011

Moderación VI

Desde que escuché por primera vez que Charly aprendió a ser formal, cortés e infeliz, y el boludo de Natalio Ruiz se murió por más jarabe para la tos que tomase, me dí cuenta de que no tengo una manera de ser centrada. Tampoco me parecería una gran virtud tenerla. Apenas si lo creo un criterio o un medio: La moderación sirve como estrategia para que el remolino parezca un viento. El resto, es mezquindad. 
Habría que fijarse quién pide moderación. Para qué pide moderación. Por qué pide moderación. Y, sobre todo, a quién se le pide moderación. A los que pretenden moderar, ¿quién los modera?. ¿Quién templa la estúpidez de María Laura o el cinismo de Jorge?. Hablar sin putear, ¿te exime para apropiar hijos de otro?.
 
Argentina es un país que ante cualquier cambio primero dice "no". O tal vez sea así la raza humana. O la clase conservadora. O lo que la quieran llamar. No voy a eso. Luego, nos acostumbramos. Y acá andamos todos con el cinturón de seguridad puesto como corresponde, tras que la obligación de hacerlo fuera un escándalo nacional.
Es que hay gente que si pasa un huracán despliega las alas y se suma al torbellino. Hay otra gente a la que hay que soplarle de a poquito y, después, hasta sopla con nosotros. Pero los más importantes (los imprescindibes de Brecht) son aquellos que son el viento.
Y hay otros, claro. Los que nos quieren vender que sólo se puede tomar café con el plato abajo de la taza. Que si el café es rico o feo no es tan importante mientras la taza sea de porcelana. Que tomar del pico está mal. Que pelear a los gritos está mal. No importa lo que se dice. No importa porqué estás gritando. O llorando. O riendo a carcajadas. Y con esos, no quiero estar. Nunca.
 
Hay muchas razones por las cuáles soy kirchnerista. La mayoría de ellas ideológicas, políticas. Pero no menos importante es la que sentí en la crisis del 2001.
Cristina. Vestida igual desde hacía dos días; casi sin dormir; paseándose por todos los canales; alegando; discutiendo; tan inteligente como siempre; con el maquillaje (mucho) corrido; despeinada.
 
Y en el 2003.
Néstor. Escapando de los guardaespaldas para abrazar a la gente; sangrando, golpeado; jugando con el bastón presidencial; demostrando alegría por la política; abriendo la boca para hablar, tan en serio, terminando todo juego.
 
Gente tan incorrecta, tan sanamente destemplada. Tan excesiva.
 
 
Odio el plato abajo de la taza: si mancho, mancho. Para algo se inventó el lavarropas. Detesto que la gente diga HacheDePé y no Hijo De Puta. Odio, sí, ODIO, muchas cosas superfluas. Y las odio intensamente; porque amo intensamente.
 
Señores, si moderación es no jugarse, porque el riesgo es la muerte; si moderación es hablar de valores republicanos; si moderación es no levantar la voz, porque los chicos duermen; si moderación es desear que lo que sople siempre sea una brisa agradable; se las hago sencillita: Métanse la moderación en el culo.
 
Yo, me voy con mi molinete a esperar los vientos del sur. 

3 comentarios:

  1. Que bueno!!!! Yo también quiero un molinete!!!!

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  2. Espectacular la seguidilla Moderación... aunque yo también digo HdP. Yo también digo: Metanse la moderación en el culo!!!!!!!!!!!!!!!
    Gatobelcha.

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  3. De las moderaciones me gustan todas. Lo que no significa que me guste la fucking moderación...dsh

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